La trilogía del Señor de la guerra
Este tiempo sin escribir en el blog no ha sido un tiempo muerto, ni siquiera unas pequeñas vacaciones, sino que he aprovechado para leer una de las sagas más apasionantes que ha caído en mis manos últimamente. Me refiero a las Crónicas del Señor de la guerra, del ya citado en este blog Bernard Cornwell.
Movido por las ansias de continuar leyendo a este autor tras la apasionante Los Señores del norte, me hice con la primera parte de esta trilogía: El rey del invierno.
La historia se sitúa en la Britania de finales del siglo V, pocos años después de la partida de las legiones romanas que guardaban la isla y en el momento en que los sajones han ocupado ya todo el levante de la antigua provincia romana. El protagonista es un joven llamado Derfel (pronunciado con v sonora), un pequeño esclavo sajón criado por el Mago Merlín y su hermana Morgana y que acabará convirténdose en uno de los guerreros más temidos de Britania. Como habrán podido deducir los lectores más avezados en estas lides, la historia es una reinterpretación muy libre del mito del rey Arturo. De hecho, Cornwell no lo caracteriza como monarca, sino como señor de la guerra, hijo del gran Uther Pendragon y protector del trono de su pequeño sobrino Mordred.
No quiero destripar la trama de la novela, pero he de decir que la lectura se hace inmensamente amena y que abundan las batallas con muros de escudos, los lances entre guerreros y los amores apasionados. Además, gran parte del atractivo de la novela se encuentra en el hecho de que escritor describe una época de transición entre la antigüedad clásica y la barbarie medieval. No en vano, tras la marcha de los romanos los caudillos celtas, o mejor dicho, britanos, vuelven alas antiguas costumbres (aunque no del todo, ya que es imposible borrar cinco siglos de presencia romana) a la vez que tratan de defender sus fronteras de las hordas de germanos que llegan del otro lado del mar.
Como ya he dicho se trata de tres volúmenes en los que se desarrolla la historia de Derfel y Arturo (su señor).
Aunque bien es cierto que Cornwell deja volar su imaginación, lo cierto es que también hay lugar para las referencias históricas e incluso para los más actuales descubrimientos arqueológicos de la época, como muy bien subraya el autor al final de cada volumen.
No busque el lector un fresco preciso de la época, sino más bien una brillante novela de aventuras, dioses paganos y bosques brumosos en los que todo es posible.
Una trilogía que sin duda puede hacer mucho más amenas las tardes y las noches de verano, aunque advierto que engancha, y mucho.
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Rito B. Félix Armenta -